Tras
la caída de Tenochtitlan, los sacerdotes franciscanos comenzaron sus labores
evangelizadoras y educativas. Gracias a las instituciones que fundaron, los
nobles mexicas que sobrevivieron a la guerra pudieron ingresar al Colegio de
Santa Cruz de Tlatelolco -mismo que fue fundado en 1523- para ser
cristianizados y preparados para dirigir a sus pueblos o ingresar al
sacerdocio.
Los
nobles indígenas aprendieron latín y español y pudieron preparar un herbario
que asombró a los médicos del Viejo Mundo y auxiliaron a fray Bernardino de
Sahagún en su Historia general de las cosas de Nueva España. Por
desgracia, este colegio fue combatido y terminó perdiendo sus ambiciones para
transformarse en una institución menor.
El
afán educativo no sólo corrió por cuenta de los frailes, pues las autoridades
virreinales -ante el problema social que presentaba la gente de color- también
crearon instituciones educativas, tal es el caso del virrey Antonio de Mendoza,
quien fundó el Colegio de Letrán para acoger a los mestizos semiabandonados de
la capital novohispana y los pueblos cercanos.
Tras
el descubrimiento y posterior descubrimiento de América hubo distintos tipos de
instituciones donde se atendía la educación de los naturales, como escuelas
elementales, colegios de niños nobles, centros interracionales,internados
interclasicistas,colegios de enseñanza media, centros de educación femenina, y
casas de recogimiento en sus principios
se llevó a cabo en la calle, patios y atrios de las iglesias ,
debido a que no se disponía de lugares y espacio en donde realizar tareas de docencia,
esto los llevo a una educación mixta, pero poco después se diferenció su
formación tanto masculina como femenina.
Las escuelas durante la época colonial, estuvieron en
manos de la iglesia y se edificaron a un lado de los templos católicos, los
jesuitas, agustinos y dominicos fueron las órdenes religiosas que llegaron a la
Nueva España a inicios del siglo XVI, su propósito era la evangelización de los
habitantes de las indias a la religión católica y la enseñanza, así como cómo
lo había ordenado el rey de España, y para ello asignó dinero y hombres para su
educación Estas órdenes se encauzaron a la tarea educativa, fundando colegios
como:
El Colegio de San Pedro y San Pablo, que se constituyó en
el más importante centro de formación intelectual. Se consideró una institución
de tipo mixta al comprender dos áreas: la filosófica, que englobaba la
gramática, la dialéctica y la retórica; y la científica que comprendía
aritmética, geometría, astronomía y física.
Otro importante colegio del mismo tronco jesuita fue
prácticamente de becarios; y se enfocaba a las Artes Liberales, al Área de
Disciplinas Filosóficas, así como a teología y Sagradas Escrituras .Estuvo
ubicado en la calle de Mesones. Se conoció como Colegio de San Gregorio
.El Colegio de San Bernardo fue parte de una serie de
colegios jesuitas para alumnos del interior del virreinato y de la Ciudad de
México. En sus aulas se impartían: cuatro cátedras de gramática, una de
retórica, tres de artes y una de teología. De esa serie de colegios, el de San
Ildefonso fue el más importante y el más completo por cuanto era un
colegio-seminario. En él se impartieron las cátedras de teología escolástica,
teología dogmática, cánones, filosofía, artes, física, metafísica y retórica,
además de dibujo, pintura y arquitectura
.El Colegio de Porta Coeli, de la orden de los Dominicos
fue también básicamente para becarios. Debido a la influencia de sus
fundadores, los estudiantes que se formaron como sacerdotes, se centraron
prácticamente en las artes liberales, filosofía y teología. Otro importante
aspecto en el proceso de educación superior en la capital del Virreinato de la Nueva
España fue la labor de la Agustina, con dos Colegios en donde se enseñaban las
artes liberales y se la preparaban a los futuros obispos y arzobispos.
En 1536, con sesenta estudiantes en un inicio, se funda
el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco hallado del convento de los
franciscanos, en lo que es hoy la capital de México. Bajo la dirección de religiosos,
se enseñaba lectura, escritura, gramática latina, retórica, filosofía, música y
medicina mexicana, con maestros como García de Cisneros franciscano y primer
provincial de México; fray Juan Focher, doctor en leyes y fray Juan de Gaona de
la Universidad de París.
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