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martes, 5 de marzo de 2013

Cuando el niño no quiere hacer las tareas escolares

Las tareas propias de la actividad escolar siempre causan preocupación a los padres y son motivo de disgustos para los alumnos, quienes en lugar de verlas como una alternativa para aprender las perciben como un castigo.

Lo principal es que los progenitores entiendan que su papel en este sentido debe ser de supervisores de la labor que realizan sus hijos, en especial cuando son pequeños. Un alumno de tercer grado ya está capacitado para hacer las cosas por su cuenta, por lo que su labor de papá o de mamá simplemente será revisar que todo esté bien (especialmente las tareas escolares)  o que los conocimientos fueron aprendidos.
 
Nunca haga la tarea de su hijo o hija, por más difícil que sea, pues esto crea problemas de autoestima, dependencia e incapacidad de tomar las decisiones propias, lo que se puede arrastrar hasta la edad adulta con resultados negativos.
 
¿Qué hacer?
 
Lo primero es desechar la creencia de que todos los niños aprenden igual, lo cual no es cierto pues cada quien tiene sus áreas fuertes y débiles.
Por ello es muy importante identificar los aspectos débiles o fuertes de su hijo en las áreas de memoria inmediata, memoria secuencial, memoria auditiva y memoria visual, o sea detectar en qué es bueno el pequeño: repitiendo lo que escuchó o vio, guardando una buena secuencia cuando narra lo aprendido o recordando con facilidad lo que recién se le dijo.
Como siempre, habrá cosas que memorizar. Se recomienda hacerlo de la manera más entretenida:
  • Para comprender una lectura es mejor que su hijo explique con sus propias palabras lo leído, como si estuviera contando un cuento.
  • Permítale asociar fechas importantes con datos como su estatura, número de casa, pisos de un edificio cercano, edad de sus hermanos.
Los materiales de apoyo como enciclopedias, diccionarios, videos y computadoras son de gran ayuda.
Lo principal es fomentar una actitud positiva hacia el estudio, que el niño o niña vea las tareas escolares como una oportunidad para practicar lo aprendido y para compartir las cosas de la escuela con su papá y su mamá. Nunca use las tareas como un castigo ni obligue a un niño enfermo, cansado, con hambre o “con chicha” a hacer sus deberes. Mejor procure que vuelva primero a un estado normal.
 
 

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