NEOMARXISMO
El término neomarxismo es una designación
cronológica, pero responde a concretas determinaciones lógicas: el movimiento
de renovación del marxismo que ha tenido lugar a mediados del s. XX. Aunque los
representantes del movimiento han surgido en los más diversos países, su foco corresponde
a una definida área geográfica: Europa central.
El neomarxismo
propiamente dicho sobreviene cronológicamente cuando las doctrinas de Marx se
han afianzado como socialismo científico, recibiendo su expresión oficial en
los programas comunistas que se desarrollan en la U.R.S.S. desde la revolución
de 1917. El neomarxismo surge así con la intención de proponer una
interpretación de la obra de Marx no condicionada a los dictados del aparato
oficial, erigido a través del partido en intérprete autorizado de la misma.
Este movimiento corre, pues, paralelo a la consolidación de las doctrinas de
Marx en sistema rígido bajo la inspiración del partido como lo exigió Lenin y
bajo la política cultural del régimen jerarquizado como lo estableció Stalin. Con
la muerte de este último (1953) y con la denuncia de la dictadura personalista
que caracterizó su mandato hecha por Kruschov (1956), los esfuerzos dispersos
del movimiento salen a plena luz, tomando carta de naturaleza la tendencia
agrupadora de muchas figuras que ofrecen profundas diversidades entre sí, pero
que coinciden también en muchos rasgos. Esta tendencia genérica es la que
propiamente merece el calificativo de neomarxista. En ella coinciden viejos
disidentes desarticulados en la época del comunismo monolítico y jóvenes
intelectuales que se dan a conocer en el ambiente de las tendencias
policéntricás y liberalizadoras que vienen después.
Sigue siendo
pieza central de la corriente neomarxista el materialismo, pero paliando
algunas de sus consecuencias -denunciadas por la historia y puestas de especial
relieve al difundirse en los ambientes culturales europeos los intereses
antropológicos y existenciales mediante el recurso a algunas ideas sobre la
creatividad humana. Ya los mismos Marx y Engels se sintieron incómodos ante el
problema de interpretar la historia y sus contenidos partiendo de una base
rígidamente económica, y es precisamente en las oscilaciones de éstos donde se
apoya el neomarxismo. La estructura material de la historia tuvo que ser
ampliada por el propio Marx en contacto con la nueva fundamentación de la
biología hecha por Darwin y con la interpretación positivista de la cultura. La
fe en el economismo que traduce el prefacio a la Crítica de la economía
política fue en parte minada por el propio Marx en la introducción que preparó
para esa misma obra.
Rasgos
concretos del movimiento.
a)
El
neomarxismo implica un intento de vuelta a Marx, para darle una interpretación
diversa de la oficial.
b)
Del
conjunto de la obra. de Marx adquieren especial relieve para estos autores los
escritos de la época de su juventud. Con la vuelta al Marx joven adquiere
importancia la filosofía de Hegel.
c)
La
vuelta al Marx joven significa colocar en primer plano los intereses
antropológicos, bajo la forma de una filosofía humanista. Los neomarxistas
hablan así de trasformar el sistema marxista para llegar a un «humanismo
total». Las nociones de cosificación, alienación, subjetividad, persona, tienen
así un gran relieve en la polémica entre estas dos corrientes del marxismo. La
versión dogmática del marxismo tiende hacia el totalitarismo, y el
totalitarismo «se opone a la realización total del hombre», ya que en él se
vacía a los sujetos de su interioridad, de su conciencia y motivos personales,
instrumentalizándoles al servicio ciego de una causa.
d)
El
tema del hombre total es interpretado por los neomarxistas como la
«autocreación del hombre» mediante la praxis. De esta forma la discusión se
centra sobre las relaciones entre la infraestructura socioeconómica y las
superestructuras culturales.
e)
En
dos esferas incide fundamentalmente este subrayado de lo supraestructural: en
la del arte y en la de la moral. La cuestión relativa al arte significa una
toma de posiciones respecto al «realismo socialista». Entronizado como estética
oficial del marxismo desde 1934, implica entender el arte como reflejo exacto
de los cambios históricos hechos conciencia en la jerarquía inspirada del
partido. La inteligencia tenía asignado el cometido de fabricar armas para la
lucha en vistas al triunfo comunista: su ley era la disciplina y el servicio.
Contra este concepto de la estética reacciona, p. ej., Lukács, no sin
zigzagueos, postulando un «gran realismo», que, sin romper con Marx, tenga la
vista puesta en el progreso y la libertad.
f)
Más importante si cabe y más significativo es el tema
moral. De Marx se ha dicho que, con mentalidad de moralista, excluyó de su obra
la moral. Frecuentemente se ha visto el socialismo científico incompatible con
cualquier forma de tratado ético. Sin embargo, los mismos marxistas encontraron
incómoda esta laguna y se apresuraron a intentar llenarla. El marxismo
dogmático acudió para ello a procedimientos parecidos a los empleados en
relación con la estética, es decir, por medio de dictados. Pero la moral así
establecida forma parte del aparato totalitario, manifestándose como
instrumento de represión, y evacuando el significado mismo de la dialéctica. El
n. se caracteriza por acentuar los aspectos éticos dándoles un tono libertario
y diciendo que ésa es la explicación adecuada de ideas fundamentales del propio
Marx, aunque sólo implícitas en su obra (G. Della Volpe, Umanesimo positivo e
emancipazione marxista, o. c. en bibl., 128). Su posición consiste, pues, en
afirmar que, por debajo de las ideas económicas de Marx, hay un mensaje ético,
un fundamento humanista, que es lo que le da su fuerza radical. En otras
palabras, si cabe describir la posición del propio Marx como la afirmación de
la identidad entre filosofía y economía, ética y ciencia, hombre e historia; el
marxismo dogmático acentúa el momento económico y científico; mientras que el
n. proclama, en cambio, la filosofía, la ética y el hombre frente a la economía
y la ciencia.
g)
Las consecuencias prácticas de esta toma de posiciones
son amplias. Así los neomarxistas sostienen que en el terreno político se
impone hoy el policentrismo revolucionario; en el terreno social, la
coexistencia, y en el cultural, el diálogo. El marxismo oficial ha denunciado
estas tomas de posición como una capitulación; quienes las defienden afirman
que se trata de una realista vuelta a Marx para revalidar sus tesis en las
condiciones históricas del presente.
3. Visión de conjunto. Un juicio
valorativo sobre la corriente neomarxista, puede hacerse tanto desde el punto
de vista político como del filosófico. Por lo que respecta a lo primero hay que
señalar que si bien el neomarxismo ha tenido amplio eco en ambientes
universitarios e intelectuales, no ha conseguido hasta ahora dar lugar a un
movimiento político de envergadura o a una revisión de las posiciones de los
partidos comunistas. Su influjo se ha mantenido en los ámbitos académicos,
alcanzando todo lo más a grupos minoritarios o a movimientos de juventud cuya
consistencia o posibilidad de incidir fuertemente en la acción política aún no
ha sido demostrada.
Desde la perspectiva filosófica el neomarxismo representa, como decíamos, un
intento de renovar el marxismo poniéndolo en relación con ideas antropológicas
provenientes tanto del antiguo pensamiento ilustrado como del moderno
existencialismo. Ese intento puede a su vez ser juzgado o desde la perspectiva
de la historia interna del pensamiento marxista y de las perspectivas
sociológicas con él relacionados, o, más radicalmente, desde la perspectiva de
la verdad filosófica sin más.
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