El consumo de bebidas
alcohólicas ha sido siempre fuente de graves problemas, pero en la época actual
sus efectos negativos se han agravado por circunstancias nuevas. Una de ellas
es que las bebidas alcohólicas se han popularizado rápidamente entre los
adolescentes y cada vez son más jóvenes las personas que beben. Las causas que
llevan a consumir alcohol a la juventud son múltiples y variadas.
Para algunos, significa
el falso atractivo de entrar en el mundo de los adultos y romper con las pautas
que marcan el universo de la niñez. Para muchos más, en cambio, no hay
verdadera diversión sin alcohol de por medio, y ello porque el alcohol, aun
consumido en pequeñas cantidades, estimula la corteza cerebral y vuelve a las
personas más desenfadadas y ocurrentes. El problema es que tras esos primeros
efectos de euforia aparece una pérdida de autocontrol y las personas asumen
conductas que sin el catalizador etílico no serían capaces de adoptar.
El alcohol ingerido en
forma abusiva constituye un factor denominador común en muchos de los graves
problemas que enfrenta la sociedad Argentina.
Nuestro país tiene más
de 1.265.000 alcohólicos mayores de 16 años, pero lo sintomático del futuro
nada promisorio es que tiene más de 800.000 menores de entre 12 y 15 años que
ya consumen alcohol regularmente.
La afición por el
alcohol se ha convertido en un hábito que tiene hondo enraizamiento en las
franjas más jóvenes de la sociedad.
Cualquier transeúnte
puede presenciar el desalentador espectáculo de menores que beben en la vía
pública, en algunos casos refugiándose en los umbrales y en otros a la vista y
paciencia de los demás. ¿Cómo obtienen las bebidas a pesar de las
reglamentaciones vigentes?. Éstas son reiteradamente violadas porque nadie se
preocupa por hacerlas respetar. A ello se suman otros dos factores: el cuidado
despreocupado de los respectivos núcleos familiares y el desmedido afán de
lucro de ciertos comerciantes a los cuales tiene sin cuidado el daño que
provocan.
Al traspasar los
límites de una ingesta moderada y esporádica, los bebedores de alcohol -tanto
más cuando se trata de jóvenes- se arriesgan a transformarse en adictos.
Las cifras del consumo
juvenil comienzan a ser preocupantes por su progresivo asentamiento y, sobre
todo, por las pocas barreras capaces de contrarrestar su incidencia.
El alcohol representa
una droga "lícita" con la cual se inician los jóvenes en el vicio
adictivo porque es barato, accesible y socialmente aceptado. Las organizaciones
criminales lo utilizan como una puerta a nuevas experiencias dado que trabaja
abriendo brechas en las que se infiltra, gradualmente, el concepto de
iniciación en el consumo.
El exceso en el consumo
de alcohol suele ser el primer paso antes de probar la marihuana o la cocaína.
El alcohol es, en muchos casos, el camino a la droga y muchísimos jóvenes han
comenzado a transitarlo.
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